Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, en 2019, se estima que murieron 236.000 personas por ahogamiento en el mundo. A nivel global el riesgo de ahogamiento es mayor en niños y niñas de menor edad, en hombres y en personas con fácil acceso a zonas con agua . En Europa los ahogamientos constituyen la segunda causa de muerte en menores entre los 5 y los 14 años y la cuarta causa de muerte entre los 15 y los 29 años. En España se produjeron 483 fallecimientos por sumersión accidental en 2018. A pesar de que las causas externas, entre las que se encuentran los ahogamientos, fueron la segunda causa de muerte en los menores de 1 a 14 años y la primera de 15 a 39 años, es llamativo que en nuestro país las tasas de ahogamientos por 100.000 habitantes más altas se dan en los grupos de mayor edad de 80-84 años (2,9), 75-79 años (2.62) y 70-74 años (1.75), seguidas por los grupos de 20 a 24 años (1.75).
En el momento en que una persona empieza a ahogarse, el desenlace a menudo es rápido y fatal; sin embargo, en muchas ocasiones estas personas no llegan a fallecer, pero deben de ser ingresadas en centros hospitalarios y con diversas consecuencias o lesiones. En 2019, 655 personas fueron hospitalizadas en relación con un ahogamiento.
Las consecuencias devastadoras de los ahogamientos son altamente prevenibles a través de medidas como instalar barreras para controlar el acceso al agua en piscinas y entornos acuáticos, enseñar a niños y niñas en edad escolar a nadar y competencias para la seguridad en el agua (significado de banderas y señales, uso de chaleco salvavidas, actuación ante corrientes de resaca, maniobras básicas de rescate y resucitación, etc.), o formar a las personas del entorno en rescate seguro y reanimación.