Bajo el lema #niunpequemasenpeligro, este post tiene el ambicioso y arriesgado objetivo de iniciar una campaña coordinada de concienciación. ¿Por qué arriesgado, si es por una buenísima causa? Bueno, porque si no llevas Sistema de Retención Infantil a Contramarcha me arriesgo a cabrearte, a complicarte la vida, soy bien consciente. Pero también me arriesgo a convencerte. Y a ayudarte. A evitarte una situación terrible. Y eso merece tanto la pena que asumiré el riesgo. Este post es muy importante y voy a ser muy clara. Y lo voy a ser por una muy buena razón. Por la mejor razón que existe: la vida de tus hijos.
No soy la primera que lo hace, ni muchísimo menos. Hay mucha gente concienciada y trabajando duro por hacer llegar la información.
Pero todavía somos muy pocos y siempre nos quedamos cortos. Y, quizá,
juntos y a la vez, lo consigamos a gran escala. Yo lo tengo que
intentar.
Quizá sea deformación profesional pero
hay temas en los que considero que la información es información, más
allá de estilos de crianza. Uno de ellos, del que hablaré dentro de
poco, es el tema de las mochilas ergonómicas vs colgonas. Como
fisioterapeuta es algo que me toca muy de cerca, porque sé de lo que
hablo. El otro, que es el que hoy me ocupa, es el de viajar a contramarcha vs en el sentido de la marcha antes de los cuatro años.
Sobre este asunto contamos con un handicap de los gordos ya de entrada: la desinformación. En España aún estamos en la Edad Media en Seguridad Infantil en el Coche.
Estoy segura de que el 80% de los padres y madres de niños menores de
cuatro años no dudaría en ponerlos inmediatamente a contramarcha si
realmente SUPIERAN la diferencia que eso supone. Pero lo desconocen.
Los organismos oficiales se lo curran bien poco todavía para cambiar las cosas
(aunque se vayan modificando las leyes, tan lentamente), la mayoría de
tiendas te dice cosas como “no existen sillas ACM más allá del grupo 0+”
y se quedan más anchos que largos, en muchas ciudades (ni hablamos de pueblos) ni siquiera hay UNA tienda especializada donde adquirirlas
y mucha gente sigue confiando en que todas están homologadas y todas
son seguras y, por tanto, guiándose por criterios como “ésta, que es de
Mickey y es muy mona”.
Y eso es terrible.
Porque vamos a decirlo con todas las letras: las leyes de la física no van a esquivar a tu hijo porque
tú las desconozcas. Si tienes un choque a 50 km/h, no hace falta más,
sólo 50 míseros km/h que alcanzas, con toda probabilidad, CADA VEZ que
coges el coche para esas seis manzanas que te separan de la guarde o del
Carrefour, el cuello de tu hijo se puede romper.
Te lo repetiré: con un choque a
sólo 50 km/h, tu hijo puede morir, puede quedar paralítico, puede sufrir
lesiones cerebrales severas. El estado de maduración de su
columna vertebral (lo “duras” que son las vértebras a esa edad temprana)
y el nivel de desarrollo de su musculatura no le van a proteger todavía
de una tracción fuerte. En este caso, de una tracción de nada menos que 320 kg.
Eso es lo que se lleva su cuellecito con un impacto como el que estamos
hablando. La médula puede llegar a estirarse más de cinco centímetros
y, créeme, las consecuencias de algo así son aterradoras.
¿Aún no lo visualizas?
Hazme un favor, imagina esto: Compra una mochila gigante, un petate de
los del ejército. Mete 320 tetrabricks de leche, no importa la marca.
Que sean de un kilo cada uno, simplemente. Ahora engancha ese petate
bien fuerte a la cabeza de tu hijo de dos años, que ya te parece un
pequeño hombrecito. Súbelo en un patinete y ponle a 50 km/h en una
cuesta. Y, cuando llegues abajo, retén a tu hijo de golpe y deja que el
petate siga y tire de su pequeña cabecita. ¿Lo harías? ¡Jamás de los jamases!
Si has seguido mentalmente estas instrucciones hasta se te habrá
revuelto el estómago de sólo pensar en lo que le ocurriría a tu hijo.
¿Por qué, entonces, te sientes
más seguro si lo llevas en el sentido de la marcha en el coche, a la
misma velocidad, sujeto por un arnés o escudo que deja a su suerte la
cabeza en caso de impacto o frenazo, y arriesgándote a la misma fuerza
de tracción? ¿Porque el coche siempre genera la ilusión de que
vais seguros? ¿Porque esa silla en el sentido de la marcha PARECE
segura? ¿Porque te HAN DICHO que es seguro? No, no lo es, si tu hijo es
menor de cuatro años. Si te han dicho que sí, te han informado mal.
Es LO MISMO.
Y no hace falta un choque, en realidad. Con una deceleración brusca, la fuerza de tracción puede llegar a ser similar.
Un niño que sale corriendo tras un balón, un coche que se salta un
STOP, un animal que cruza repentinamente una carretera secundaria… Hay
demasiadas variables al volante que hacen que nunca tengamos todo bajo
control y pueden ponernos en una situación de peligro inesperada.
Aunque seamos buenos conductores. Aunque seamos prudentes. Aunque
creamos ir pendientes de todo cuando llevamos a los peques en el coche.
No quiero disgustarte, de verdad. Yo no
gano nada si tú llevas a tu hijo a contramarcha. Nadie me va a poner un
pin dándome las gracias ni la enhorabuena. Ni tampoco me debería afectar
si le llevas en el sentido de la marcha. No es mi vida la que se va a
destrozar si hay un accidente. Pero todo eso es en la teoría, porque sí
que me afecta, porque no quiero que te pase NUNCA nada parecido.
Me da igual si eres mi amiga o jamás te voy a ver, si conozco a tus
hijos o no. Ya hay demasiados casos que lamentar. Demasiadas familias
destrozadas. Demasiados choques con los adultos sin un rasguño y el
pequeñín, que tan seguro se suponía que iba en su silla en el sentido de
la marcha, ingresado de gravedad. Porque esa silla sólo le protegía de
salir volando. Y de una multa.
Ni un peque más en peligro, por favor. ¡Que no sea el tuyo el siguiente!
Hace falta una concienciación global. Infórmate. Míralo por ti mismo.
Es pura física. No se trata de un modelo de crianza u otro. No se trata
de ser mejor o peor padre/madre. No se trata de tus preferencias o tus
circunstancias, ni de las mías. Es física elemental. Sólo física.
Puedes interpretarla como gustes pero los datos seguirán siendo los
mismos. Y lo que ocurra en ese caso, también. Da igual lo que tú creas, o
lo que crea yo. Da igual lo que te dijeran en esa tienda en la que no
sabían que había sillas grupo 1 ACM, o no te las recomendaron porque el
peque se iba a aburrir o a marear. Todo eso dará igual, si un día sucede lo inimaginable, lo impensable. El horror.
Infórmate, te lo suplico. Por tus hijos, esos pequeños seres, puros y preciosos. Infórmate de verdad. Si no sabes por donde empezar, puedes hacerlo en el fabuloso portal A contramarcha o en grupos como A contramarcha salva vidas. Al final de este post también te dejaré varios enlaces muy útiles.
Sé que, aun informándote, puede que
finalmente pertenezcas al 20% restante, ése que no metí en la primera
frase. Ése que, sabiéndolo todo, no quiere hacerlo. He oído las
razones más peregrinas para justificarlo, y verdaderas avalanchas de
comentarios apoyando el derecho de cada cual a hacer lo que quiera con
sus hijos.
Pero la pregunta que a mí me acosa es
¿por qué iba un padre o una madre a empecinarse en llevar en el
sentido de la marcha a sus hijos pequeños, SABIENDO realmente a lo que
los expone? ¿Porque tiene ese derecho? No, no lo creo, porque
estoy segura de que ama a sus hijos tanto como yo a la mía y que busca
lo mejor para ellos y cree que lo está haciendo.
Entonces, ¿por qué?
Creo más bien que se trata de resistencia. Resistencia
a que los demás me digan lo que tengo que hacer con MIS hijos,
resistencia a lo nuevo, resistencia a creerme esas cosas que seguramente
tengan algún interés oculto y a mí no me la van a colar, resistencia a
creer que realmente me va a pasar A MÍ. Porque nadie piensa
realmente que vaya a ser él quien viva esa situación de riesgo. Y nadie
piensa que su hijo, en realidad, no vaya seguro.
Tal vez, tú, que me estás leyendo en estos momentos, pienses que sólo digo tonterías. Tal vez no me creas. Pero
tal vez puedas hacerme caso y mirar alguna de las páginas que te
sugiero, alguno de los enlaces que comparto contigo. Sólo eso. Y
tal vez, viéndolo por ti mismo, la resistencia desaparezca. De corazón,
así lo espero. Nunca es tarde para cambiar a tu peque a contramarcha.
Hasta que lo es.
Una vez leí en un libro acerca de la teoría de los noventa y nueve soldados.
Te la resumo: si la noche antes de una batalla un adivino vaticinase a
las tropas que de los cien soldados que son, sólo uno va a sobrevivir,
todos pensarían para sus adentros “vaya, lo siento por los otros noventa
y nueve”.
Por favor, no te arriesgues confiando en ser el número cien.
Este último es sólo una pequeña muestra,
no he querido poner más, pero si quieres más info sobre casos reales,
puedes buscar el caso de Cameron en Youtube, o… el de Gabriel el Vikingo
en Facebook, o… ya hay muchos. Por favor, ayúdanos a que no sean más.
¡Súmate!
Más info:Bam-Bam: Más seguro a contramarcha
Nordic Baby: La seguridad en el coche viaja de espaldas
A Contramarcha: ACM en el Mundo
Laboratorio de Mamá: El escándalo de las sillas con cojín o escudo frontal